Luego de hacer una hermosa prédica, el rabino Elimelekh se disponía a regresar a su tierra natal. El pueblo, para homenajearlo y mostrar su gratitud, los fieles comenzaron a seguir su carruaje hasta que saliera de la ciudad. Llegó un momento, en que el rabino paró el carruaje y le pidió al cochero que siguiera sin el para acompañar al pueblo. Un hombre de la multitud le dijo:
- Gran ejemplo de humildad señor.
+ No es ningún gesto de humildad, solamente un poco de inteligencia. Ustedes aquí afuera del carruaje, haciendo ejercicio, cantando, confraternizando, bebiendo vino, haciendo nuevos amigos, y todo gracias a un viejo rabino que llegó a la ciudad a hablar sobre el arte de la vida. Así que dejemos mis teorías en el carruaje, porque yo quiero hacer parte de la acción.
y la moraleja
ResponderEliminarLa moralja es ovia acaso nola vez
Eliminarpero buena fabula
ResponderEliminar¡moraleja! ¡moraleja!
EliminarFácil, la moraleja es que hay que disfrutar y vivir la vida.
ResponderEliminarclaro asi es .Disfrutemos la vida ...
Eliminares sierto vivir la vida
ResponderEliminarsi vivir hasta morir
ResponderEliminarQ bonita moraleja
ResponderEliminarhermosa moraleja
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